LAS DOS CARAS DE LA COLONIZACIÓN

LAS DOS CARAS DE LA COLONIZACIÓN

Visita sacerdote congo Bertin

Los alumnos de primero de Bachillerato nos hablan de la visita de Bertin Ntazongwa Mukanire.

El pasado lunes 4 de febrero, los alumnos de 1º de Bachillerato acogieron la visita de un sacerdote, Bertin Ntazongwa Mukanire, originario de Bakavu (República Democrática del Congo), que se encuentra en nuestro país estudiando la carrera de Literatura cristiana y clásica para ser maestro en su tierra natal. El interés de esta visita radica en el estudio el proceso de colonización africana de los siglos XIX y XX, que los alumnos han estado trabajando a través de apuntes, documentales y comentario de hechos históricos.

Tras una breve introducción sobre la República Democrática del Congo, en la que se aportaron datos geográficos y demográficos, el sacerdote congoleño profundizó en la historia de su país, centrándose en su colonización.

Empezó hablando sobre el periodo de la Prehistoria congoleña, que se alarga hasta el siglo XV d. C., con la llegada del navegante portugués, Diego Cao. Él fue el primer europeo del que tengamos constancia en pisar aquellas tierras, y a partir de ese momento Europa conoció la existencia de las ancestrales culturas del Congo.

Prosiguió con el comienzo del periodo de dominación belga, tras la decisión en la Conferencia de Berlín de 1885 de aceptar a Leopoldo II como autoridad del Estado independiente del territorio congoleño. Sin embargo, añadió que, a pesar del compromiso de Leopoldo II de ayudar a dicho territorio, el monarca se vio obligado a ceder su mandato a Bélgica en 1908 por las denuncias de los tratos infrahumanos que recibía la población autóctona.

Tras este acontecimiento, Bertin comenzó a explicar la colonización belga, pasando a denominarse el territorio como el Congo Belga. Explicó tanto las consecuencias positivas como las negativas que ocasionó la dominación belga. Además, precisó las tratos que recibían los colonos, quienes sufrieron lo que algunos historiadores han denominado un «holocausto olvidado», que provocó una estimada disminución de la población entre 5 y 10 millones de habitantes.

De cara a la recta final histórica, Bertin relató aspectos sobre la independencia de los belgas en 1956 y cómo se sucedieron la Primera (1960-1965) y Segunda República (1965-1997), marcadas por la corrupción y la inestabilidad política. Además, explicó el genocidio de Ruanda en 1994, que vivió en primera persona (su ciudad natal linda con Ruanda), destacando los horrores del conflicto entre hutus y tutsis, y la masiva emigración del refugiados que acogió la República Democrática del Congo.

Asimismo, concluyó la visión histórica con la situación actual del país, marcado por la gran tensión política y la actuación de la Iglesia con su aportación de la educación y la sanidad.

Finalmente, los alumnos tuvieron un tiempo de reflexión y preguntas, a las que Bertin respondió con apertura y sinceridad.  Los estudiantes han podido compartir lo que supuso el encuentro con el sacerdote congoleño, tanto a nivel académico como de forma personal.

La charla nos ha ayudado a abrir los ojos y darnos cuenta de la realidad que vivimos, de que hay vida más allá de nuestras fronteras y comodidades. Me sorprendió muchísimo la manera que tenía nuestro congoleño de contarnos la situación de su país a lo largo de los años, con una sonrisa en la cara y sin tratar de transmitir ningún tipo de pena.(…)

En definitiva, creo conveniente que se publiquen más noticias sobre países extranjeros poco conocidos en España, con el fin de hacer llegar a la gente la situación y, de alguna manera,“obligar” a las naciones a tomarse este tipo de problemas con mayor profundidad y visión de futuro.

 

Marta Moriel del Rincón

Desde mi punto de vista, creo que muchas veces no somos conscientes de la suerte que tenemos, ni de las gracias que deberíamos dar por, simplemente, levantarnos de un colchón e ir a ducharnos todos los días. De tardar cinco minutos en coche en ir al colegio, y como mucho diez andando; de tener mínimo tres comidas al día; de tener un abrigo, o dos, o tres, para los fríos días de invierno; de ir a un colegio; de saber que nuestras familias y amigos están sanos, sin problemas de hambre ni enfermedades imposibles de curar por falta de medicina. Y todo esto sin contar con los caprichos innecesarios que nos damos.

Ahora no hago más que preguntarme: “¿por qué personas como yo, que en lo único en lo que se diferencian de mí es en el color de la piel, están cavando ahora mismo en unas minas, sin asistir a clase? ¿Por qué mientras yo estoy repitiendo con un segundo plato hay un niño allí que lleva sin comer dos días? ¿Por qué yo puedo dormir ocho horas en una cama blanda, y un padre de familia tiene que dormir sobre el suelo, como mucho con una manta sucia y rota por encima?”. Me abrió los ojos para darme cuenta de que yo tengo el deseo de, cuando me sea posible, ir allí a ayudar. Y gracias a él ahora lo tengo claro.

Me gustaría que nos concienciáramos sobre estas cuestiones, ayudando al padre Bertin (y a otros) con todo lo que esté en nuestra mano, siempre desde el amor y el respeto a los demás, para que esta situación cambie. Vamos a tratar de hacer que ese niño hambriento y ese padre en el suelo puedan tener acceso a las mismas cosas que nosotros. Ojalá Bertin pueda informar de esta situación a muchas más personas, y sea mayor el número de gente dispuesta a ayudar y a dar su vida por los demás.

 

Loreto Galán

 

 

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