El pasado lunes 17 de junio de 2024, en una bonita ceremonia en el teatro del Colegio se entregaron los premios del XVII Concurso Literario de relato corto y poesía a nuestros alumnos de Secundaria y Bachillerato.
A partir de la cita de Francisco Umbral elegida para esta edición “Escribir es la manera más profunda de leer la vida” dos representantes del jurado, que ha contado este año con profesores y exprofesores del Centro, agradecieron la calidad de los trabajos presentados y fueron valorando los textos elegidos.
La creatividad de la historia es el punto fuerte del tercer premiado, Jaime Ruiz del Árbol, con su relato ¿Mate yo a Adolf Hitler? Historia narrrada en primera persona donde un adolescente que viaja al pasado se encuentra en una situación inverosímil y tiene que tomar la que será una de las decisiones más importantes de su vida y, probablemente, de toda la humanidad. Os dejamos un fragmento, pero podéis leer la obra completa pinchando el enlace:
Estaba a punto de marcharme, decepcionado, cuando, con el rabillo del ojo, vi un armario entreabierto al fondo de la habitación. Pensé que tal vez podría encontrar alguna camiseta de algún miembro de la banda, o algo así. Pero nada, no había nada, estaba complemente vacío. Sin embargo, la curiosidad me pudo, y me metí dentro del armario. De repente, empecé a marearme, a sentir que todo daba vueltas alrededor, y rápidamente perdí la conciencia y me quedé dormido. (…)
A mi lado, abstraído delante de un cuaderno de dibujo, estaba sentado un señor bajito, esmirriado y con un bigotito ridículo; su cara me resultaba familiar. Parecía estar irritado y triste. Con el fin de pegar la hebra y tratar de sacar información sobre la época, le pregunté directamente: “Oiga, ¿es usted pintor?” “Ya me gustaría, no me han admitido en la escuela de bellas artes, y no logro vender un solo cuadro… ¡malditos capitalistas y judíos que no saben apreciar mi arte! ¡Les odio!”
El segundo premio fue para Elena Zerolo Sánchez, que conquistó al jurado con una narración futurista de corte distópico, llena de lirismo, sobre la cuestión de la finitud de las cosas. Un relato psicológico y de final abierto del que os dejamos un fragmento:
Fue cerca de principios del otoño de 2124. Aquel día el primer hombre conoció de verdad su propio límite. ¿De verdad pensabas que el agua no se acaba? ¿Acaso creías que los besos no se gastaban? ¿O en serio te pensabas que los números no terminan?
Todo lo que se decía antes de ese año, antes de ese otoño…
Qué inocente pudo llegar a ser la gente. Pensaban que podían llegar a querer infinitamente a alguien. “Infinito”, ese es el error con el que cargaban todos ellos. El infinito era una idea errónea con la que nacía y moría la gente de antes.
Y, por último, el primer premio ha sido para Sin más nombre que Hojarrauda de Samuel García Rodríguez, quien despliega un vocabulario exuberante para cotarnos la historia de Hojarrauda, un espadachín del siglo XVI en un Madrid de aristócratas y mercenarios. ¡No os la podéis perder!
Era una persona vanidosa, egocéntrica, codiciosa, solitaria, traicionera y rezumaba aquel tipo de falso honor que uno se insufla a sí mismo para ocultarse ante su conciencia bajo una fachada de coraje y virtud tan falsas que hasta el más inocente vislumbraría. Su condición y fama eran igual de deleznables, pues era un mercenario, conocido por su escasa piedad y habilidad con el acero. Un simple espadachín a sueldo, bajo el yugo de la necesidad de riquezas y sus respectivos dueños. Pasaba los días manchándose las manos de la sangre de los enemigos de los poderosos, o escarmentando a los morosos, todo a cambio de una mísera suma que luego despilfarraba en bebida, haciendo que pasara hambre hasta su próximo encargo. (…)
El mercenario estaba desconcertado ¿Cómo podía ser que un simple mozalbete inexperto como aquel pudiera evadirle de esa manera? Solo había dos posibilidades: o bien estaba empezando a perder facultades, o se encontraba a punto de batirse con un diestro espadachín, entrenado en el combate con la espada. Como cobarde que era nuestro personaje, ninguna de las dos opciones le hacían ni la más mínima gracia.
En la categoría de poesía, donde la participación ha sido mucho más limitada, se ha entregado un solo premio. Sin embargo, la calidad del poema ha supuesto un fallo unánime por parte del jurado. Su autor Cristhofer Grados Alarcón deleitó al público con un recital del texto titulado Rencor a la vida que dejó a todos con la boca abierta.
Todos los premiados recibieron, además de diversos premios, unos preciosos diplomas elaborados con dos de los dibujos mejor acabados de nuestros alumnos de 1.º de bachillerato, Ana Parra y Paula Cebrián.
Preciosa manera de poner punto y final a este intenso y artístico curso.
