NOTAS AL PROGRAMA ‘REQUIEM’

NOTAS AL PROGRAMA

 

 

Cielo y tierra. Luz y oscuridad. Vida y muerte. Descanso y resurrección. La unión contrastante de la vida que se abre camino entre la muerte es el hilo conductor del concierto de esta tarde, que hemos querido realizar ante la adversidad de los tiempos que corren como un homenaje a todas las víctimas del covid.

La palabra latina “requiem” significa “descanso”. Una misa con esta nomenclatura desea el descanso eterno del alma de los difuntos, que duermen en la esperanza de la resurrección, es decir, de vivir para siempre en la gloria de Dios. De hecho, en el penúltimo número del propio Requiem se anuncia esa vida venidera en paz perpetua: “La luz eterna brille para ellos, Señor, con tus santos para la eternidad”.

El Requiem de Mozart (1791) es posiblemente el máximo exponente del clasicismo vienés y una de las obras más interpretadas a lo largo de los siglos. Su historia es también una de las más controvertidas, no sólo por todo lo que se cuenta acerca de su encargo y sobre los misteriosos personajes que lo rodearon, sino porque hasta la década de los 90 ha sido objeto de estudio y revisión.

Al morir Mozart (1791) deja su Misa de Requiem (K.626) incompleta. Consiguió terminar tan sólo tres secciones con el coro y órgano completo: Introitus, Kyrie y Dies Irae. Del resto de la ‘Secuencia’ dejó las partes instrumentales, el coro, voces solistas y el cifrado del bajo y órgano incompletos, además de anotaciones para su discípulo Franz Xaver Süssmayr. También había indicaciones instrumentales y corales en el Domine Jesu y en el Agnus Dei. No dejó nada escrito para el ‘Sanctus’ ni el ‘Communio’.

Fue Süssmayr quien completó las partes que faltaban de la instrumentación y compuso íntegramente el ‘Sanctus’. Para el ‘Communio’ simplemente utilizó los temas del Introito y el Kyrie, a manera de reexposición, para darle cierta coherencia a la obra. La obra fue estrenada en 1793. Esta versión fue revisada por Franz Beyer en 1972, quien intentó recuperar la más auténtica pureza mozartiana. La versión del Requiem de Mozart completada por Süssmayr ha sido la más interpretada en los doscientos años siguientes.

Sin embargo, en los años 90 del pasado siglo XX, a petición de la Bach Akademie de Stuttgart, el musicólogo estadounidense Robert D. Levin, el mayor especialista del mundo en Mozart, realizó la revisión de esta obra. Levin dijo haber corregido algunas “violaciones del estilo mozartiano” realizadas por Süssmayr, además de “clarificar errores gramaticales” y “aligerar la orquestación excesiva» introducida por el alumno de Mozart en alguno de los números.

José María Álvarez Muñoz, quien dirige esta noche, tuvo oportunidad de formar parte del elenco artístico que llevó a cabo el estreno de esta grandiosa recreación mozartiana bajo la batuta de Helmuth Rilling en 1991, así como de las conferencias que sobre este trabajo el propio doctor Levin realizó en Stuttgart.

No se nos ocurre una obra que plasme de mejor manera el resurgimiento de la humanidad que se está dando tras la pandemia mundial, una nueva vida, una nueva época en la que echaremos de menos otras otros tiempos y a mucha gente, pero de la que seguro saldremos adelante.

 

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