Manuel López-Pola, alumno de la 1.ª promoción del Kolbe, nos cuenta su paso por el Colegio.
Mi paso por el Kolbe fue toda una experiencia. Yo venía de un instituto, y no era buen estudiante: diría que estaba ya sentenciado al famoso “fracaso escolar”. El año de la inauguración del Colegio Kolbe se cursaba solo el primer ciclo de secundaria, y yo me incorporé con 16 años, repitiendo curso y siendo prácticamente el alumno de más edad del colegio, y quizá el que traía consigo una etiqueta mayor. Por mi experiencia anterior en el instituto, con gente de 19 y 20 años, el Kolbe supuso un completo choque.
Ese primer año, lo que más me llamó la atención fue que por más que yo hacía por no querer estudiar, los profesores se empeñaron en que estudiaría, y lo consiguieron. Me di cuenta además de que no les preocupaba únicamente la parte académica, y en este sentido me abrieron los ojos a una experiencia que no olvidaré nunca: junto a un grupo de alumnos conocí a la asociación “
BoKatas“, que ofrece comida a personas sin hogar a través de sus voluntarios. Allí pudimos ver la otra cara de la vida. Hoy pienso que fue algo que me ha ayudado en varios sentidos: por un lado, a saber a qué me quiero dedicar profesionalmente; por otro, a mirar de forma diferente el problema de la adicción a las drogas. Me impactó mucho que las personas con las que teníamos trato nos contarán sus experiencias y hoy, que han pasado ya doce años de entonces, lo sigo teniendo presente.
Recuerdo también con especial cariño las clases de historia. Mi pensamiento político era antagónico al de la profesora, y los debates con ella eran continuos, pero en ningún momento me sentía tratado de manera inferior por ser un alumno, siempre sentí que mi opinión era super respetada por ella.
Creo que el primer objetivo que debe tener un colegio de verdad es hacer personas y servir de guía a sus alumnos, especialmente cuando, como en mi caso, atraviesan una etapa tan complicada y transcendental. No se trata de apoyar al que trabaja como se espera de él, sacando adelante los cursos sin mucha dificultad, sino de preocuparse por aquel que no lo tiene tan fácil ni claro. Después de mi paso por el colegio me doy cuenta que ese objetivo conmigo lo consiguieron.
Actualmente, trabajo con
personas con discapacidad intelectual, y me gustaría poder trabajar siempre en el campo social, es decir con y para personas con algún tipo de dificultad para integrarse.