Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación constituyen uno de las ámbitos más cambiantes, polémicos e incidentes de nuestro complejo mundo. Es difícil que nuestras sociedades se puedan comprender sin los ordenadores, Internet, los teléfonos móviles, las redes sociales, etc. Todos, en mayor o menor medida, somos usuarios de esas tecnologías y, ¿por qué no decirlo?, muchas veces víctimas de ellas. Gobiernos, ciudadanos e instituciones de todo tipo, también educativas, se preguntan sobre el uso de dichas herramientas que plantean dilemas no resueltos y que evolucionan a un ritmo imposible de seguir y mucho menos de anticipar.
En el ámbito educativo, estamos de acuerdo con lo que dice Gregorio Luri al respecto, esto es, que las tecnologías amplifican lo que ya hay: “Se ha transmitido la idea bastante trivial de que las nuevas tecnologías modifican nuestro cerebro… ¡Todo lo que hacemos lo modifica! Lo importante no es lo que lo modifica sino sus estructuras fijas. Si las tecnologías amplifican lo que somos, eduquemos lo que somos”. De hecho, en educación, las nuevas tecnologías constituyen tanto un elemento esencial del currículo (la competencia digital, por ejemplo, es una de las 8 competencias que plantea la LOMLOE) como una herramienta para el proceso de enseñanza. Ambos usos se entrecruzan, pero es interesante distinguirlos.
Como elemento del currículo, debe ser enseñado de forma consciente y coherente a lo largo de las diferentes etapas educativas.
Podemos destacar los siguientes aspectos:
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- Se trata de una competencia transversal a todas las materias. Como tal, podemos diferenciar aspectos más vinculados al estudio en sí mismo, en especial todo lo relacionado con la búsqueda de información y el tratamiento de la misma (hojas de cálculo, presentaciones, vídeos, elaboración de textos, …); y otros vinculados al ámbito de la ética y las relaciones interpersonales (la huella digital, el tipo de relaciones que se establecen en el ámbito digital, la ética en las redes sociales, la imagen personal, etc.). Todos ellos deben abordarse desde un punto de vista de su enseñanza y educativo, porque no se aprenderán bien si no se enseñan. Algunos estudios neurocientíficos bien documentados (artículo: Van der Weel, F.R. y Van der Meer, Audrey, del Developement Neuroscience Laboratory, Department os Psychology, Norwegian University of Science and Technology: “Handwriting but not typewriting leads tu widespread brain connectivity: a high-density EEG study with implications for the classroom”, en frontiersin.org) sí ponen en cuestión que la toma de apuntes u otras operaciones de estudio (elaboración de esquemas o mapas mentales) mejoren con el uso de dispositivos digitales. Estos estudios apuestan claramente por tomar apuntes a mano, aunque luego se puedan reelaborar en el entorno digital, aprovechando las ventajas de este respecto a la integración de imágenes, mapas, tablas, etc. Por otro lado, en el estudio, el alumno necesita estructurar la información que debe adquirir y eso es más difícil en un dispositivo (reducido inevitablemente a lo que aparece en la pantalla en cada momento) que viendo el volumen “real” de lo que tiene que estudiar. A la vez, los mismos estudios destacan la enorme utilidad de las diferentes herramientas para redactar ensayos o trabajos o elaborar presentaciones, en las que sí se pone en juego una actividad intelectual y la herramienta tecnológica facilita enormemente.
- El currículo digital también puede constituir una materia específica de estudio. Así, existen diferentes asignaturas que lo abordan como objeto preferente de estudio: en la LOMLOE, por ejemplo, Digitalización, en 4.º de E.S.O. o Tecnologías de la Información y la Computación, en 1.º y 2.º de Bachillerato.
- Se trata de una competencia transversal a todas las materias. Como tal, podemos diferenciar aspectos más vinculados al estudio en sí mismo, en especial todo lo relacionado con la búsqueda de información y el tratamiento de la misma (hojas de cálculo, presentaciones, vídeos, elaboración de textos, …); y otros vinculados al ámbito de la ética y las relaciones interpersonales (la huella digital, el tipo de relaciones que se establecen en el ámbito digital, la ética en las redes sociales, la imagen personal, etc.). Todos ellos deben abordarse desde un punto de vista de su enseñanza y educativo, porque no se aprenderán bien si no se enseñan. Algunos estudios neurocientíficos bien documentados (artículo: Van der Weel, F.R. y Van der Meer, Audrey, del Developement Neuroscience Laboratory, Department os Psychology, Norwegian University of Science and Technology: “Handwriting but not typewriting leads tu widespread brain connectivity: a high-density EEG study with implications for the classroom”, en frontiersin.org) sí ponen en cuestión que la toma de apuntes u otras operaciones de estudio (elaboración de esquemas o mapas mentales) mejoren con el uso de dispositivos digitales. Estos estudios apuestan claramente por tomar apuntes a mano, aunque luego se puedan reelaborar en el entorno digital, aprovechando las ventajas de este respecto a la integración de imágenes, mapas, tablas, etc. Por otro lado, en el estudio, el alumno necesita estructurar la información que debe adquirir y eso es más difícil en un dispositivo (reducido inevitablemente a lo que aparece en la pantalla en cada momento) que viendo el volumen “real” de lo que tiene que estudiar. A la vez, los mismos estudios destacan la enorme utilidad de las diferentes herramientas para redactar ensayos o trabajos o elaborar presentaciones, en las que sí se pone en juego una actividad intelectual y la herramienta tecnológica facilita enormemente.
Como herramienta en el proceso de enseñanza, es indudable que la enseñanza mejora con la proyección de presentaciones o vídeos en clase, con las diferentes herramientas de intercambio de tareas o de materiales para el estudio (como Google Classroom), con la rapidez en la consecución de resultados que ofrecen las pruebas online, etc. Por ejemplo, es difícil imaginar una clase de Arte, de tecnología o de Ciencias Naturales sin proyectar imágenes o sin que los alumnos puedan manipularlas en sus dispositivos.
Uno de los grandes debates que se han planteado en la enseñanza en los últimos años es la pertinencia de que los alumnos dispongan de un dispositivo personal todo el tiempo que dura la jornada escolar, en clase y en casa. Hace unos años, hubo una fuerte presión en todos los medios educativos para que se introdujeran dispositivos personales para todos los alumnos en los centros educativos, muchos de los cuales lo hicieron desde edades muy tempranas. En el Kolbe, esto no nos parecía adecuado, aunque sí el empezar a formar a los alumnos en el currículo digital de una manera más sistemática, habida cuenta del mundo universitario y adulto que les aguarda y de las ventajas potenciales de dicha formación.
Así, hace 10 años se implantó un sistema basado en disponer de carritos de iPads en las etapas de Primaria y Secundaria para cuando fueran necesarios en las aulas y desde 4.º de ESO los alumnos disponían de un iPad personal. Esto último ha conllevado grandes ventajas desde el punto de vista de la comodidad, puesto que el dispositivo ha supuesto la elaboración de materiales propios que se compartían con los alumnos en la plataforma digital o el uso de libros digitales. La mochila se ha aligerado y todo lo necesario para el estudio se encerraba en el dispositivo. También muchos alumnos han elaborado sus apuntes a partir de los tomados en clase, enriqueciéndolos con imágenes o tablas. Otra ventaja de los dispositivos personales tiene que ver con la corrección de las tareas, al poder duplicar el dispositivo personal de cada alumno en la pantalla de clase para verlos todos o con los exámenes online, que permiten una obtención inmediata de resultados, muy útil y efectiva para el profesor. En muchas dinámicas de aula, se utilizan para la búsqueda de información o para el tratamiento de la misma.
Sin embargo, también hemos ido detectando problemas. Uno de ellos es que es imposible controlar por completo la cantidad de inputs que les llegan a dichos dispositivos en cualquier momento (también durante las clases) y las dificultades para controlar que en clase están haciendo “lo que deben”. Los problemas atencionales parecen agrandarse, especialmente para los niños que ya los padecen previamente. En todo caso, la tentación es grande para todos y no terminamos de ver claro qué ventaja les aporta disponer de un iPad personal pudiendo disponer de dispositivos en momentos puntuales (carritos de iPads y aula de informática). La mayoría de los mejores estudiantes elaboran después sus esquemas en papel y suelen imprimir los apuntes. Por otro lado, la pantalla del iPad es muy pequeña y para redactar textos no es lo más adecuado, con lo que muchos alumnos necesitaban utilizar un ordenador en casa para esta y otras tareas.
Por todo ello, hemos decidido apostar por el uso de los dispositivos de los que dispone el Colegio cuando sea necesario trabajar la competencia digital y potenciar que el estudio en el aula y en casa sea más analógico. Ello no elimina la necesidad de disponer en las familias de algún ordenador que permita realizar tareas puntuales o, si se ve que favorece al alumno, reelaborar los apuntes tomados en clase. También es necesario para ir aprendiendo a intercambiar tareas y contenidos a través de la plataforma Google Classroom.
Últimamente, han surgido corrientes que abogan por que los colegios sean espacios libres de pantallas, habida cuenta del abuso de las mismas que existe en el entorno extraescolar. Nosotros somos muy conscientes de que es necesaria una alianza entre las familias y el colegio para ayudar a que un instrumento tan potente como un móvil se pueda entregar cuando el adolescente esté preparado para ello. Todos vemos los grandes problemas que conlleva el uso indiscriminado y sin control de los móviles o tabletas desde edades cada vez más tempranas. A la vez, estamos convencidos, como decíamos más arriba, de que hay que enseñar todas las ventajas que tienen estas herramientas, pero de una manera consciente y pautada, que permita a los alumnos afrontar su uso de acuerdo a su edad y madurez personal.
INFORME OCDE
Students, digital devices and success