Viajes de Estudios
Saltar a la realidad, educar la libertad y la mirada
Una de las prioridades de nuestro proyecto educativo ha sido siempre la de acompañar a nuestros alumnos a introducirse en la realidad. De esta vienen los estímulos que nos empujan a conocer, a tratar de entender, de ella nace el asombro y la admiración; la realidad es la piedra de toque de nuestro camino, la que va corrigiendo nuestras ideas previas y nos permite verificar nuestros aprendizajes; y, en fin, conocer la realidad llegando hasta su significado es el gran objetivo de cualquier educación que se precie.
Por eso, los viajes de estudio han constituido desde el principio del Colegio uno de los pilares de la etapa de Secundaria. En ellos se trata precisamente de “salir a la realidad”, de tratar de ver in situ las obras de la naturaleza o de los hombres, facilitando el impacto con ellos de una manera directa. Al final, en el Colegio tratamos de hacer llegar la realidad a las aulas, pero muchas veces de una forma más “virtual”. Por ejemplo, no tiene nada que ver las obras de Fra Angelico, Miguel Ángel o Duccio en directo que en una imagen proyectada en la pizarra. En el viaje se capta el ambiente, el contexto, las texturas, los tamaños y hasta el olor de las cosas. Esta transmisión del patrimonio cultural, no como un cementerio de obras muertas, sino como herencia que dialoga con quiénes somos y cuál es el sentido de nuestra vida, es algo que hace crecer a grandes y pequeños. Todo ello estimula también las ganas de aprender, de conocer más, y por eso favorece el estudio. Se trata de cuidar siempre que, en cada viaje, lo que visitamos tenga una conexión con el recorrido curricular y personal que los alumnos están viviendo. A la vuelta, muchas veces el viaje es un punto de partida para recordar cosas importantes que hemos visto y aprendido.
Hay un segundo objetivo esencial en salir del aula juntos, que es la posibilidad de convivir durante unos días profesores y alumnos de forma más intensa y estrecha que en el colegio. Esta convivencia, aunque agotadora para los docentes muchas veces por las edades en las que se encuentran los alumnos, supone un paso adelante en la confianza y en el encuentro humano entre unos y otros. En los viajes han caído barreras, se han descubierto a compañeros, profesores o alumnos con los que llevaba años compartiendo tiempo y no había intercambiado dos palabras verdaderas, han nacido amistades y se han generado vínculos más fuertes.
Otro aspecto fundamental es la ocasión espléndida que constituyen los viajes para educar la libertad y la mirada, porque nadie puede obligar a otro a mirar, nadie puede obligar a otro a entrar en contacto con las cosas, pero si el otro se fía puede ser una ocasión grandiosa para dar un paso de crecimiento y conciencia personal. En este sentido podemos enfocar también las correcciones que muchas veces forman parte del viaje. La corrección es siempre para mirar algo más grande, porque te quiero reclamar a levantar la mirada hacia algo que vale la pena. Es una belleza ver que los chicos se fían, que entran en las propuestas que les hacemos, que se lanzan también ellos a proponer. Porque en esa implicación de la libertad aprenden a mirar, ven lo que no verían por sí solos y crece el afecto y el interés. En los viajes de estudio siempre les retamos a que el “tiempo libre” no sea el tiempo de la instintividad sino de la libertad como apego a lo bueno, lo bello y lo verdadero. También les decimos que todo el tiempo es “libre”, porque siempre, en toda ocasión, se pone en juego mi libertad: o miro o no miro, o entro a la propuesta o no entro,… El gran logro es cuando vemos que en el “tiempo libre” aprovechan para ir a ver algunas cosas que no hemos ido a ver juntos y vuelven admirados o llenos de preguntas. Esto ha sucedido este año especialmente en el viaje de Italia, en 2.º de Bachillerato, que es el final de un largo recorrido educativo en el que cada paso – incluidos los más arduos – forman parte del resultado final. Por todo ello, cada año durante unos días de noviembre, finalizada la 1ª evaluación, todos – profesores y alumnos – dejamos el colegio y nos vamos juntos a la escuela de la realidad, del compartir y de la libertad.
