MAYO

MAYO

Tiempo de mirar y escuchar | Manuel Folgado

 

“Rechinó en la vieja cancela mi llave
Con agrio ruido abriose la puerta”

Antonio Machado

 

Mayo es el mes primaveral por excelencia. Mayo es tiempo de mirar flores que engalanan el campo y escuchar los cadenciosos reclamos del cuco o de la abubilla. Pero hemos vivido gran parte de esta primavera en estancias interiores de aire detenido, en espacios que precisamente por estar cerrados se abren deseosos a la contemplación y a la naturaleza que acude a los ojos por las ventanas.
El encierro nos ha devuelto una manera de añorar la Creación, que está Hecha, que con su latir nos regala signos quizás indescifrables para el hombre de hoy. La naturaleza más que nunca se muestra como dadora de un espacio de revelación.
En este tiempo la Naturaleza no ha invadido el asfalto. Siempre estuvo ahí, pero ahora, por estar nuestras miradas despojadas de ruido, la naturaleza se revela a nuestros ojos. Desde el recogimiento, desde la pobreza de estímulos se conoce mejor. Pobreza como valor que nos devuelve el asombro en un mundo que alardea de falsa abundancia.

Vive en mayo una naturaleza colorida y sonora cuyas fronteras están marcadas por la temperatura, la humedad y la luz. Habita este mes en el canto nocturno de las ranas, los cárabos y del chotacabras, en el tránsito de las fragancias de orquídeas, tomillos y lavandas que puntean la línea del pasto y se elevan sobre el horizonte del verde recién estrenado. Mayo se escucha y se huele. Mayo es la plenitud del salmo.

Salmo 65

11 Con tu bondad engalanas el año;
a tu paso vas esparciendo abundancia.
12 Los pastizales del desierto se ven rebosantes,
y las colinas se revisten de alegría;
13 los llanos se saturan de rebaños,
y los valles se tapizan con trigales.

Una naturaleza que a la vez destierra el crecimiento constante como idea de desarrollo, porque la exuberancia de mayo termina en los calores de julio, igual que la silenciosa dormición de noviembre termina con el esplendor de los almendros. Incluso las milenarias sequoias caen, abriendo espacios de vacío renovador en el bosque.
Sabe mayo que las ansias del crecimiento total tropiezan torpemente con las geometrías de la realidad. Lo saben las flores, que cumplen su misión, pero saben que no pueden perdurar, cumplen su tarea en el tiempo que está destinado para ellas. Lección vegetal de cómo vivir el tiempo. No buscan consuelos de identidad, viven para lo que están hechas y llegan a donde están llamadas a llegar. Sin más y sin menos. Sostenidas en la humildad de la belleza efímera pero repetible. Lo saben el saúco y el majuelo que bordan alegres y laboriosos en el telar del soto con la blancura de sus flores.
En mayo la primavera se instala con todo su apogeo en nuestros campos. El irrefrenable ajetreo de las vidas que bullen entre las alfombras de amapolas, cardillos, viboreras y jaras que llenan los herbazales, las tierras de siembra, las llanuras cerealistas, las estepas y los sotos ribereños.
Mosquitos y mariposas cubren cada rincón del aire mientras cientos de especies se entregan al momento álgido del ciclo natural en las latitudes mediterráneas. En mayo hasta la mirada menos entrenada puede percatarse del trajín sonoro de las tórtolas o de las constantes idas y venidas de las golondrinas al nido de barro bajo un alero del tejado. Cualquier oído puede escuchar el canto del cuco, de la abubilla o la serenata nocturna de las ranas en cualquier charcón o remanso. En mayo no es necesario caminar hasta el remoto bosque o la inaccesible montaña, la naturaleza de mayo se revela en las cercanías.

Dónde verlo

El camino bien conocido para los vecinos de Villanueva de la Cañada que deja el campo de golf a la izquierda y baja hasta la ribera del río Aulencia ofrece una muestra enorme de biodiversidad en muy poco recorrido. Desde llanuras cerealistas, dehesas de encinas, ejemplares monumentales de quejigo, interesantes y sutiles bosques de arces de Montpelier, sotos de fresnos y bosques galería. Es un lugar cercano que se puede visitar en este tiempo para disfrutar del esplendor de mayo. Abubillas, cucos, tórtolas, chotacabras, abejarucos u oropéndolas pueden verse casi sin querer.

 

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